"El Duende" habla una lengua distinta a la de todos. Aunque tal vez no se trate de ningún idioma conocido, porque los sonidos que nacen de su garganta son oscuros e icomprensibles y no parecen tener una estructura lógica o un significado cierto.
Sin embargo, gesticula con pasión cuando pronuncia sus largos discursos, y se ríe, se pone serio o se enfada como si lo que dice tuviera un sentido desconocido por todos o como si solo hablara para sí mismo.
Así y todo, sus amigos lo escuchan extasiados y las mujeres lo adoran. Es cierto que "el Duende" es también joven y hermoso, apasionado y alegre como un niño travieso. A ninguno parece importarle no saber lo que dice y se diría que nadie tiene problemas de comunicación con el muchacho. Tal vez crean, como algunos filósofos, que las palabras no son más que restos de otro tiempo, que han evolucionado a un ritmo mucho más lento que el cerebro y los sentimientos de las personas, y que, por tanto, no solo no favorecen las relaciones sino que pueden entorpecerlas.
Las muchachas, ya sean feas o hermosas, cultas o sin estudios conocidos, se ríen alegremente en su presencia, beben, bailan a su lado durante horas y se pierden con él en lugares secretos. Cuando, un tiempo después, "el Duende" regresa a sus grupos de amigos, se queda un buen rato indiferente y soñador, sin decir nada, hasta que después de unos instantes vuelve a su parloteo animado y extraño.
Hay algunos que, en ese momento, darían cualquier cosa por poder entenderle.
Sin embargo, gesticula con pasión cuando pronuncia sus largos discursos, y se ríe, se pone serio o se enfada como si lo que dice tuviera un sentido desconocido por todos o como si solo hablara para sí mismo.
Así y todo, sus amigos lo escuchan extasiados y las mujeres lo adoran. Es cierto que "el Duende" es también joven y hermoso, apasionado y alegre como un niño travieso. A ninguno parece importarle no saber lo que dice y se diría que nadie tiene problemas de comunicación con el muchacho. Tal vez crean, como algunos filósofos, que las palabras no son más que restos de otro tiempo, que han evolucionado a un ritmo mucho más lento que el cerebro y los sentimientos de las personas, y que, por tanto, no solo no favorecen las relaciones sino que pueden entorpecerlas.
Las muchachas, ya sean feas o hermosas, cultas o sin estudios conocidos, se ríen alegremente en su presencia, beben, bailan a su lado durante horas y se pierden con él en lugares secretos. Cuando, un tiempo después, "el Duende" regresa a sus grupos de amigos, se queda un buen rato indiferente y soñador, sin decir nada, hasta que después de unos instantes vuelve a su parloteo animado y extraño.
Hay algunos que, en ese momento, darían cualquier cosa por poder entenderle.