miércoles, 10 de julio de 2013

CARASUCIA



LUCIEN FREUD (Evacuee boy)


Cuando la noche se cierra sobre la Ciudad de las Libélulas, pequeños puntos fosforescentes recorren sus calles a la altura de los ojos de los transeúntes.

Carasucia vive en una casa muy vieja. Es un niño sigiloso que lleva los bolsillos llenos de objetos: monedas, caramelos, hojas aplastadas de roble, diminutas conchas marinas. Guarda también una pequeña foca de plástico que se extravió de un viejo juego de animales. A veces la saca para mirarla y le habla, pues su madre le dijo que en ella vivía un espíritu misterioso llegado desde un lejano país de hielo.

Al anochecer vuelve a casa rodeado de una nube de insectos luminosos. A veces juega con ellos como si fueran niños vagabundos que estuvieran perdidos y les deja que se posen en sus manos.

Después de cenar, Carasucia, con la luz apagada, cuenta a su pequeño amigo todo lo que le ha pasado durante el día. Entonces, de repente, sin que acabe la conversación, un rayo helado, una caricia de nieve, un turbio fulgor que surge de la materia inerte lo conduce a toda velocidad por los caminos quebrados del sueño.


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