martes, 20 de octubre de 2009

PROYECTO PARA DESTRUIR LA TORRE EIFFEL



En su último curso de la Escuela de Arte de París, Dumdum, un muchacho de origen africano, presentó un original trabajo titulado “Proyecto para destruir la torre Eiffel”. Había calculado, mediante la colocación estratégica de diversas cargas explosivas, los variados ángulos de caída, de forma que la torre se desplomara muy lentamente, transformándose, con la ayuda de una iluminación sugerente, en otra cosa distinta, más bella y agradable en su opinión, con la armonía que dan las formas caprichosas de la propia naturaleza, que crea y mata, que elabora y destruye.

El trabajo fue calificado con un clamoroso suspenso por sus profesores, tal vez demasiado sensatos y convencionales, con una calificación de cero con cinco sobre diez puntos posibles. Dumdum llegó a ser interrogado incluso por la Gendarmería, informada por algún miembro del claustro, que horas después dejó al muchacho en libertad sin ningún cargo.

Para acabar la carrera, Dumdum tuvo que redactar un nuevo proyecto, más conservador y condescendiente con los estereotipos y las normas no escritas del arte. En él trató de reconstruir el asalto de la Bastilla, con un juego de fuegos y de luces estratégicamente situados que cercaban a los visitantes, sonidos desgarradores que atronaban desde un sistema amplificado y violentas imágenes de destrucción y agonía.

Su nuevo proyecto obtuvo un aprobado raspado, debido tal vez a la presencia en el tribunal de algún profesor tan absurdo y disparatado como él mismo. Sin embargo, Dumdum nunca llegó a poner su plan en práctica. Con su licenciatura bajo el brazo se fue a vivir a Atenas con una compañera del curso, de origen griego, a quien había dejado embarazada sin pretenderlo.

Allí el muchacho continuó proponiendo planes descabellados a las instituciones de la ciudad, como pintar el Partenón de azul claro, para que se confundiera con el color del cielo y el mar o volar con dinamita la colina donde se asienta, para hacerlo destacar aún más, como si estuviese suspendido en el aire. Sin embargo, sus propuestas eran rechazadas una y otra vez por los responsables municipales, que no parecían comprender el valor transformador del arte. Así, Dumdum se vio obligado a buscar un trabajo remunerado como profesor de dibujo y pintura en un colegio privado, para poder mantener así a Minos, su hijo recién nacido y a su joven esposa.

Dumdum tuvo cierto éxito como retratista infantil entre las madres adineradas que acudían a la salida del colegio en sus coches de lujo. Ganó dinero, puso un estudio, echó una tripa prominente y desarrolló una desmedida afición por el fútbol y la cerveza, que provocaba el enojo de su esposa. Poco a poco fue olvidando sus proyectos disparatados y desde entonces solo pinta, de tiempo en tiempo, retratos de niños ricos, atardeceres, paisajes y muchachas mirando al infinito mientras sueñan con ricos herederos, con grandes veleros que surcan el mar.



No hay comentarios: