Adivino de Bagdad (Kamal-ol-molk)
Tengo dos tarots que robé en unos grandes almacenes, cuando era joven y atrevido. A veces me echo las cartas o se las echo a algunos amigos, casi siempre mujeres, que me lo piden. Imagino, invento, siento y me equivoco. También utilizo el I Ching, el Libro de las Mutuaciones, que robé del mismo modo, cuando era tímido, pobre y a la vez imprudente, una extraña mezcla de fuego y ceniza.
Una
amiga decía que tratamos de adivinar el futuro para no asumir la
responsabilidad de nuestras vidas, para no tener que actuar. Esperamos que el
oráculo, el profeta que sea nos diga aquello que deseamos oír y así nos vamos a
dormir tranquilos, sin que nada cambie, en un ensueño de felicidad.
Esto
me trae a la mente una canción de Sergio Godinho, músico portugués a quien casi nadie
conoce a este lado de la Península, que decía así: “E viva o dia em que já não precisas de reis nem gurus nem frases chave
nem divisas,
o dia em que já não precisas de reis nem papás nem profetas nem
profetizas”, o lo que es lo mismo: “y
viva el día en que ya no precises de reyes ni gurús, de frases clave ni divisas,
el día en que ya no precises de reyes ni papás, ni profetas ni profetisas”.
2 comentarios:
Quizás sólo sea que los profetas saben ver el presente mejor que nosotros. Un abrazo, Ramón.
Miguel.
Hola, Miguel. Me ha dado mucha alegría ver tu comentario, después de tanto tiempo. Un abrazo para ti y para Pepe
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