sábado, 9 de marzo de 2013

UN HOMBRE DE ACCIÓN




NORMAN ROCKWELL (Body Building)



Siempre me ha gustado Pío Baroja, desde niño, cuando lo descubrí en un viejo libro de texto. He leído muchas de sus novelas. He visitado su casa de Bera, donde vivió Jaun de Alzate, el protagonista de una de ellas. Incluso me compré un mapa de Gipuzkoa para saber dónde estaba Lúzaro, el lugar donde transcurren “Las inquietudes de Shanti Andia”, sin encontrarlo, como se podía esperar ya que, al menos con ese nombre, no existe.

La mayoría de sus personajes son hombres de acción, como Eugenio de Aviraneta, el protagonista de una colección de 22 novelas basada en  las guerras carlistas.

Hace unos días comenté con una amiga que practica meditación un tema personal que me preocupaba. Lejos de darme una respuesta metafísica y oscura, como cabría esperar de su inclinación por la inmovilidad, me dijo esto: “actúa, haz el ridículo, equivócate, pero actúa”.

Nunca he sido una persona de acción, pero estoy convencido de que uno puede moldear su carácter, con algunas limitaciones. También creo que cualquier persona puede construir, de algún modo, su cuerpo, sus circunstancias, su vida, su destino.


He decidido convertirme en un hombre de acción. Sin embargo, no debe ser un asunto sencillo, pues una vez tomada esa decisión, no ha cambiado nada en mi vida por arte de birlibirloque. ¿Necesitaré algo más? ¿Una “S” en el pecho, un sombrero, un látigo?.


miércoles, 6 de marzo de 2013

PROFETAS



Adivino de Bagdad (Kamal-ol-molk)


Tengo dos tarots que robé en unos grandes almacenes, cuando era joven y atrevido. A veces me echo las cartas o se las echo a algunos amigos, casi siempre mujeres, que me lo piden. Imagino, invento, siento y me equivoco. También utilizo el I Ching, el Libro de las Mutuaciones, que robé del mismo modo, cuando era tímido, pobre y a la vez imprudente, una extraña mezcla de fuego y ceniza.

Una amiga decía que tratamos de adivinar el futuro para no asumir la responsabilidad de nuestras vidas, para no tener que actuar. Esperamos que el oráculo, el profeta que sea nos diga aquello que deseamos oír y así nos vamos a dormir tranquilos, sin que nada cambie, en un ensueño de felicidad.

Esto me trae a la mente una canción de Sergio Godinho, músico portugués a quien casi nadie conoce a este lado de la Península, que decía así: “E viva o dia em que já não precisas de reis nem gurus nem frases chave nem divisas,
o dia em que já não precisas de reis nem papás nem profetas nem profetizas”, o lo que es lo mismo: “y viva el día en que ya no precises de reyes ni gurús, de frases clave ni divisas, el día en que ya no precises de reyes ni papás, ni profetas ni profetisas”.