domingo, 30 de agosto de 2009

ALMAS GEMELAS

SANDRA BATONI (Muchacha sentada junto a la mesa)


El único propósito en la vida de Giselle era encontrar a su doble, a su alma gemela, a la persona que mereciera su amor. Era una mujer bastante hermosa y tenía un trabajo bien reconocido como oftalmóloga. Se había comprado una gran casa frente al mar de Bretaña y aún así tenía dinero suficiente para ir de viaje cuatro ó cinco veces al año. En cada nuevo sitio al que acudía trataba de hallar la persona que completase su vida, y para ello se quedaba escuchando la respuesta, que esperaba clara y audible, de su corazón. No buscaba unas muletas que la sostuvieran, ni alguien que le solucionase su futuro o le permitiera vivir mejor, sino un hombre que la sujetase en sus brazos y la acompañase como un fiel amigo en el transcurso de la vida, que avivase la llama de sus deseos adormecidos, que dilatase las horas de su vida con momentos inesperados, con alegrías repentinas, con frases y hechos de amor.

La muchacha anhelaba el amor, pero no rehuía los amantes ocasionales. En toda su vida había tenido más de treinta o cuarenta, pertenecientes a ciudades y culturas diversas, pero su alma gemela seguía sin aparecer ante ella, se escondía como una ser tímido y misterioso, como un elfo delicado y transparente que solo existiera en su mente. “La vida es un viaje a lo desconocido” escribía Giselle en su diario. “Existen millones de personas de las que nada sabemos. Cada día tenemos la obligación de hacer algo distinto, de conocer gente nueva”.

El tiempo pasa. Desde hace unos años, Giselle viaja con menor frecuencia. Cuando no está en el hospital pasa muchas horas en su casa frente al mar. Recibe muchas visitas de amigos de su entorno más cercano y de viejos conocidos de otros lugares. Adora el sexo y la complicidad amorosa, pero también ama la soledad. En sus vacaciones acude a una pequeña localidad de Mozambique para curar los ojos enfermos de los habitantes de las aldeas a cambio de compartir su comida y de una vieja cama de paja.

De noche, en su cuarto, Giselle escribe en su diario: “Puede que en el mundo haya miles de almas gemelas para cada uno de nosotros. Entregarnos a los otros es entregarnos al universo, a la vida. Estamos solos ante la inmensidad del cosmos, rodeados de millones de compañeros de viaje que están, como nosotros, atemorizados por la enfermedad y la muerte, por el futuro incierto”.

Aquella noche, Giselle, aún atractiva, recibe la visita de un nuevo amante. Es un habitante de esta tierra, donde nació la vida. En sus brazos se siente una princesa zulú en su noche de bodas, una muchacha desnuda ante el mundo, que se abraza con fuerza a uno de sus dobles, de sus almas gemelas.



martes, 11 de agosto de 2009

CONSEJOS PARA EVITAR HURACANES

MONJES BUDISTAS


No se sienta nunca a salvo. Si no se ha levantado el viento a su alrededor en los últimos años, eso no significa nada. La naturaleza y el destino juegan con los seres humanos como nosotros lo hacemos con las hormigas o las hojas secas.

Desarrolle su instinto animal. Los animales presienten el peligro. Conviértase en una mangosta, en un gato, en una vaca, en una serpiente de coral, mire al mundo con los ojos de una cebra o un jaguar. Aprenderá a presentir los terremotos, las lluvias torrenciales, los tsunamis y los huracanes con horas de adelanto, lo cual le permitirá resguardarse y proteger a los suyos, confundiendo a voluntad, si así lo desea, a sus enemigos.

Escuche al viento. Tal vez no consiga oír nada, tal vez en realidad no le diga gran cosa, pero quizás, desde las células más recónditas del cerebro, que aún no han sido descubiertas por ningún anatomista, le llegue un extraño mensaje que puede que confunda con el llanto apagado de un recién nacido o con el eco de una música lejana.

Un último consejo: por si acaso, aprenda a flotar en el aire. Practique en sus ratos libres. Déjese llevar por las ráfagas de viento, le encantarán los remolinos, llegará a adorar las ventiscas. Escogerá para sus vacaciones las rutas de los tifones, las tempestades y las borrascas. Tal vez entonces descubra que todos somos uno: hombres y mujeres, niños o ancianos, mamíferos y flores, morsas, manatíes y salmones, que todos podemos planear en el viento como las gaviotas, como los estorninos o las grullas o que somos, simplemente, aire.



lunes, 3 de agosto de 2009

ALEJANDRÍA

BAHÍA DE ALEJANDRÍA


Son muchos los lugares del mundo que me gustaría visitar antes de que, con el paso de los años, busque la seguridad de un ambiente conocido y la cercanía de un sistema sanitario fiable. Antes de que eso suceda me gustaría ir, entre otros lugares, al Tíbet, a la India, a Guatemala, a Tanzania, a Madagascar, quisiera recorrer Méjico o los Estados Unidos, ir a Islandia, a la Toscana, a Laponia o a la isla de Rodas.

Un lugar al que me gustaría ir especialmente es Alejandría, la antigua ciudad egipcia de pasado glorioso, fundada por Alejandro Magno sobre un poblado de pescadores del delta del Nilo.

En su puerto atracaban barcos que cruzaban el Mediterráneo, cargados con bronce español, estaño de Bretaña, algodón de las Indias o sedas de China. El famoso faro de la ciudad, construido en una isla cercana, dispuso en su cúspide de un fuego permanente que guiaba a los navegantes, hasta el siglo XIV, en que fue destruido.

Muchos artistas y literatos han vivido en la ciudad. Algunos de los más famosos, sin duda, son Lawrence Durrell, autor del “Cuarteto de Alejandría” y E. M. Forster. Para mí, sin embargo, esta es la ciudad de Constantinos Kavafis, funcionario, escritor, homosexual y sobre todo poeta.

Conocí a Kavafis, como muchos, escuchando el “Viatge a Itaca” de Lluis Llach. Hoy que casi nadie lee poesía sigo volviendo a él de tiempo en tiempo con la misma pasión e interés. Mis poemas preferidos son “La ciudad”, “Deseos” o “Velas” y sobre todos ellos, precisamente, el que da nombre al disco: "Viaje a Itaca":


Cuando salgas de viaje hacia Ítaca
desea que el camino sea largo
pleno de aventuras, pleno de conocimientos.

A los lestrigones y a los cíclopes
o al irritado Poseidón no temas
tales cosas en tu ruta nunca hallarás
si elevado se mantiene tu pensamiento
si una selecta emoción tu espíritu y tu cuerpo embarga.

A los lestrigones y a los cíclopes
y al feroz Poseidón no encontrarás
si dentro de tu alma no los llevas
si tu alma no los yergue delante de ti.

Desea que el camino sea largo
que sean muchas las mañanas estivales
en que con cuánta dicha, con cuánta alegría
entres a puertos nunca vistos.

Detente en mercados fenicios
y adquiere las bellas mercancías, ámbares y ébanos
marfiles y corales y perfumes voluptuosos de toda clase
anda a muchas ciudades Egipcias
a aprender de sus sabios.

Siempre en tu pensamiento ten a Ítaca
llegar hasta allí es tu destino.
pero no apures tu viaje en absoluto
mejor que muchos años dure
y viejo ya ancles en la isla,
rico con cuanto ganaste en el camino,
sin esperar qué riquezas te de Ítaca.

Ítaca te dio el bello viaje
sin ella no hubieras salido al camino.
otras cosas no tiene ya que darte
y si pobre la encuentras, Ítaca no te ha engañado
sabio así como llegaste a ser, con tanta experiencia
habrás comprendido lo que significan las Itacas.