lunes, 30 de marzo de 2009

CONVERSACIÓN EN EL METRO

JOSH GEORGE

“Una vez” le dije a una muchacha que acababa de conocer en el metro, “estuve muerto durante cinco minutos”.

“Yo”, contestó ella “viajé en un sueño al más allá. No podría describir aquel lugar ni con un millón de palabras”.

“Pues yo”, insistí, “recibí una flecha de curare durante un viaje al Amazonas, que paralizó mi respiración por una hora. Todavía no se cómo pude sobrevivir”.

“Yo” –recordó la muchacha-“dormí al lado de un jaguar y pude adiestrarlo con juegos y engaños”.

“Yo fui abandonado por mis padres en una casa de citas”, le conté después “Me recogió una prostituta tan hermosa como una princesa, para la que fui el sol y la luna”.

“No es nada lo que dices” -arguyó- “Yo salí por mí misma del vientre de mi madre, sin ayuda, cubierta de sangre negra”.

“Yo me he quebrado cien veces” reconocí con tristeza, “y en cada nueva ocasión me veo más feo y más viejo, y ni siquiera recuerdo quién soy”.

“Yo” –declaró misteriosa- “domino la invisibilidad. Te he observado durante días sin que lo supieras. Lo sé todo sobre ti”.

“Yo” –revelé- “conozco el arte de los venenos. Puedo intoxicar el aire que respiras, las palabras que escuchas, la luz que penetra tus ojos”.

“Nada de eso me preocupa” –alegó ella por fin-. “Yo estoy envenenada sin remedio. Una vez me mordió el desamor, y aún no he logrado extirpar su ponzoña”.


domingo, 29 de marzo de 2009

NUEVOS HABITANTES DEL PLANETA

GREGORY COLBERT

Tras un instante de luz, nuestra llama desaparece. Otras se extinguieron antes y otras más seguirán prendidas tras nosotros a lo largo del mundo. Vivirán en las casas donde estuvimos, amarán los rostros que tanto quisimos y otros que jamás llegaremos a conocer, viajarán a lugares que nunca visitamos, celebrarán fiestas a las que no estaremos invitados, explorarán facetas desconocidas del mundo para los que ya estaremos ciegos, hasta el momento en que su llama también se apague.

Cada nuevo día, miles de individuos abandonan el mundo, mientras sus sucesores se suman a la lista de los nuevos habitantes del planeta. Otros seres vivos, elefantes, arañas, murciélagos, osos polares, aves, diminutos peces, plantas, ácaros, crustáceos o bacterias nacerán e irán desapareciendo. Son extraños compañeros de viaje, aunque a menudo los veamos como un simple instrumento de nuestros deseos. Algunas especies desparecerán y no volverán a reproducirse jamás. Su huella sobre el mundo se habrá perdido como el rastro de la lluvia o el granizo, como una estela de luz de luna.

La vida es una realidad omnipresente, que se transforma, que se renueva día a día. Es un hecho extraordinario que ocurre a cada instante, el nacimiento de una vida, la extinción de otras. Sin embargo, los científicos ensoberbecidos, que juegan a ser dioses, son incapaces de reproducirla en sus probetas, en sus campanas de flujo o en sus cámaras estériles.

Cuando nuestra luz se extinga, permaneceremos en cada uno que se queda, como cada uno que se fue permanece en nosotros. Tal vez, al final, no seamos sino una sola persona, pedazos separados de un mismo cuerpo, materia estelar desprendida de un cometa.


viernes, 27 de marzo de 2009

ZÖK

SATURNO BUTTO (Dead Geisha)

Cuando estaba a punto de anochecer, de vuelta a casa por un camino desierto, Zök se cruzó con una mujer muy joven, de una belleza extraña y perturbadora. Al verla sintió una gran inquietud, como si fuera un ser sobrenatural que viniera en su busca o una lamia que quisiera enloquecerlo de deseo.

La muchacha le sonrió y le deseó buenas noches. Zök llegó a su casa muy nervioso, y casi no durmió. Durante las tardes siguientes espió aquel camino desierto, deseando verla de nuevo, pero la chica no volvió a aparecer.

Unos días después la encontró en un supermercado. Estaba sola, mirando atentamente las etiquetas de los productos lácteos. Zök la pudo observar detenidamente. Era la mujer más guapa que había visto en su vida. Percibió una fuerza arrebatadora que lo empujaba hacia ella. Sin embargo, al mismo tiempo, algo lo mantenía a distancia.

Zök pensó que aquel no podía ser, de ningún modo, un encuentro casual. Recordó haber escuchado de niño, en labios de su abuela, una vieja historia: “la muerte viene a buscarnos como algo tentador y atrayente”, le decía, “algo que no es posible rechazar y que nos abraza con una fuerza inmensa”. Zök, aterrorizado, dejó todas sus compras en un estante y escapó apresuradamente. Cuando atravesaba la puerta de salida pudo observar cómo ella, a lo lejos, le miraba sonriendo.

Zök tuvo esa tarde fiebre y ligeras convulsiones. Deseaba volver a verla, como un muchacho enfermo de amor, pero no se atrevía a salir nuevamente a la calle, pensando que esta vez la mujer, si lo encontrase, se dirigiría a él sin vacilar y no tendría escapatoria. Pasó la noche en casa, jugando con su computadora. Al abrir el correo electrónico encontró un extraño mensaje: "Zök, iré a tu casa esta noche. Llamaré suavemente. Abre, no te arrepentirás”.

Al día siguiente, nadie pudo encontrarlo. No fue a trabajar, no acudió a visitar a sus padres. Sus amigos le dejaron mensajes que no respondió. Lo mismo pasó los días siguientes. Sus familiares entraron en su casa y no hallaron nada extraño. Después pusieron una denuncia en comisaría y varias patrullas revisaron el Barrio y los caminos de los alrededores, sin hallar una sola pista sobre su paradero.

Cuando todos le daban por muerto, un mes después, Zök regresó. Apareció, serio y abatido, en casa de sus padres. Después llamó a sus amigos para tranquilizarles. Estaba muy delgado y parecía alguien muy distinto, varios años más viejo. No dijo a nadie donde había estado y mantuvo un silencio absoluto ante la policía, que cerró el caso unos días más tarde.

Zök no ha vuelto a abandonar el Barrio. Algunos días, indolente, no va a trabajar. Pasa bastante tiempo en casa, pero muchas noches sale a pasear, solo, por el camino desierto donde vio por primera vez a la muchacha. Regresa siempre, cerca de la madrugada, con una expresión ensimismada, mirando al cielo, como si buscara un rumbo perdido en las estrellas.


miércoles, 25 de marzo de 2009

EL MALIGNO


El Maligno fue educado en la sumisión a las fuerzas oscuras. Le enseñaron que ese influjo perverso procedía de su interior, que él mismo era un ser tenebroso, un animal de la ofuscación, el único habitante de un país infame.

En las representaciones de los cuentos de hadas le adjudicaron el papel del ogro que se alimenta de niños, del raptor de muchachas, del mago vengativo, del visir que conspira contra apuestos príncipes de Oriente, del piel roja que corta las cabelleras, del Capitán Garfio y la madrastra envidiosa.

Sin embargo, nadie parece conocer una sola prueba de su perversidad, un simple hecho de falsedad o de feroz resentimiento. Sus padres y hermanos balbucean al tratar de encontrarlos, él mismo no los recuerda, aunque tiene la seguridad de que existen, y por ello se hace a un lado, meditabundo, mientras todos le recriminan incluso por negar su defensa.

El Maligno ama el sol, los animales, las flores y el mar. Le gusta estar a solas, a la luz de la luna, mirando desaparecer las estrellas con una ligera explosión, a años luz de distancia. No se mezcla con los demás, no se reúne con ningún otro, pues teme enturbiarlos con su naturaleza infecta, pues piensa que todos son más hermosos que él, más listos y hábiles, más ocurrentes e inspirados, más compasivos y clementes. Aunque las desea en secreto, no se cita con mujeres, ya que piensa que las subyugará sin remedio con su influjo maléfico y las hará desdichadas. Tampoco ha pensado jamás en tener niños, pues cree que les trasladará sin remedio sus miasmas, su herencia oscura.

El Maligno es culpable, no hay duda, de algún crimen secreto. Le convencieron de ser lo que nunca fue, y se esfuerza cada día en demostrar ante sí y ante el resto del mundo las pruebas de su maldad.



martes, 17 de marzo de 2009

POEMA RECITADO A OSCURAS

IMAN MALEKI (Two Sisters and a Book)

Pasó la tarde sollozando junto a su cama. Su último amante, un muchacho de rasgos delicados, bello como una estatua de tiempos lejanos, lo había abandonado dos noches atrás. Había salido buscando olvidarlo en otros hombres, en muchachos cansados ya de sus vidas, ensombrecidos en los rincones de los cafés como fantasmas de sí mismos.

Se miró en un cristal. Su rostro estaba demacrado, huidizo como el de un ladrón nocturno y los triángulos hinchados de sus ojos caían en misteriosas ausencias.

A la luz de un candelabro comenzó a escribir poemas misteriosos, débiles llamadas al muchacho desconocido que volvería a helarle la sangre.


SICARIOS

LUCIAN FREUD (Triple Portrait)

Es otro el que vive a través de mí. Obedezco sus órdenes, atiendo sus impulsos ciegamente, como los deseos de un señor todopoderoso, de un dios pagano.

Escucho el interior de mi corazón, donde habitan sus sicarios, los duendes que me ofrecieron la vida, las pequeñas partículas de mí que tomaron parte en la creación del universo. Paseo por mis vísceras, observo la contracción de mis músculos, veo pasar la sangre por mis arterias, hago zazen, deteniéndome en cada pensamiento, en cada deseo codicioso, en cada diminuto resquicio de odio, en cada recuerdo. Todo lo anoto cuidadosamente y después trato de realizar con esmero sus anhelos, les doy un soplo de vida, los lanzo al viento.

Obedezco las órdenes que me dictan como si yo fuera el genio de una lámpara, dispuesto a cumplir cada mandato, cada precepto. A veces, en mi cometido, recibo negativas, amenazas, insultos. Muchos evitan hablar conmigo o me rehúyen. Otros, sin embargo, me buscan como se buscan los quarks entre sí, como se entremezclan los átomos, como se atraen las diminutas células sexuales.

No tengo imágenes de mis dioses, no guardo figuras ni estampas ilustradas. Cuando cierro los ojos y los veo, siempre tienen mi cara, siempre hablan con mi voz, siempre me ordenan lo que yo, secretamente, anhelo.


sábado, 14 de marzo de 2009

ANIMALES ABSTRACTOS

GREGORY COLBERT (Ashes and Snow)

No somos muy distintos de las hormigas, de las abejas, de las manadas de búfalos y cebras. Comemos como hienas o leones hambrientos, parecemos pingüinos caminando, nos amontonamos como bandadas de insectos, volamos en formación como grupos de gansos que se dirigen al sur, hacia un destino que solo conocen nuestros guías.

Parloteamos como guacamayos de colores, nos peleamos como bestias rabiosas, dormimos como osos polares o perezosos y después nos apareamos como serpientes de coral, dispuestos a morder de improviso a nuestro amante y abandonarlo sobre el lecho, con su cuello abierto en dos.

No somos seres superiores. No somos elfos hermosos que flotan en el aire traslúcido ni hadas misteriosas que proceden de un mundo secreto. No somos alquimistas que transforman los metales y ocultan tesoros inmensos, sino animales que comen y duermen, autómatas abstractos que no tienen sueños.


jueves, 12 de marzo de 2009

NOTA ENCONTADA EN EL CUBO DE BASURA DE UN GULAG

TITÁN, LUNA DE SATURNO


La mayor parte de la prensa recogió la noticia: un científico soviético, encerrado en un gulag siberiano, había logrado sacar del país un pequeño cuaderno de notas científicas en el que argumentaba la posibilidad de que existiera vida inteligente en la Luna. Los medios de comunicación occidentales recogieron la noticia más como una nota curiosa que como una teoría con fundamento, y pocos días después se había olvidado el tema por completo. No obstante, las autoridades soviéticas aprovecharon para decir que los terribles campos de concentración de Siberia no podían ser tan malos cuando proporcionaban a sus internos tiempo y posibilidades materiales para investigar la existencia o no de seres del espacio exterior. Lo cierto es que, según hemos podido saber, tras la disolución de la URSS, y a pesar de los formidables cambios ideológicos sucedidos desde entonces, dicho científico continúa encerrado, esta vez en una institución psiquiátrica cercana a la ciudad de Saratov.

Es sabido que Saturno tiene dieciocho lunas, Júpiter dieciséis, Urano quince y Marte dos, Fobos y Deimos. Hay hombres de ciencia que dicen que la Tierra, hace muchísimos años, llegó a tener cuatro lunas, que fueron cayendo, una tras otra, sobre la superficie terrestre, hasta quedar únicamente, frente a nosotros, la que hoy conocemos, que quizá, algún día, caerá a su vez.

Algunos de estos científicos se quedan aquí. Afirmaciones como ésta quedan olvidadas en alguno de sus escritos como una mera anécdota o una fantasía, imposible de confirmar. Otros van más allá, y hacen de esta afirmación la razón de su vida. Buscan en libros antiguos, rastrean la Tierra en diferentes puntos, alejados entre sí por miles de kilómetros, estudiando gigantescas grietas y hondonadas, analizando meteoritos y rocas del espacio. Escrutan el firmamento sin cesar, recabando toda la información disponible sobre nuestro único satélite, mientras sueñan con pasar un tiempo allá arriba, o con trasladar, en un futuro, su residencia a la Luna.

En una ocasión asistí a la conferencia de Shahrukh Roshan, un astrónomo hindú, gurú de la nueva era. Roshan opina que la tierra era un planeta desangelado y sin vida hasta que cayó sobre ella el primero de sus satélites. Las cuatro lunas estaban habitadas por especies vegetales, por animales y seres humanos muy similares a nosotros, pero con características que los hacían a su vez muy diferentes. Según sus teorías, de aquellas lunas proceden todos los hombres  y mujeres, así como todas las especies, animales y vegetales que hoy en día pueblan nuestro planeta.

Shahrukh Roshan no dijo nada sobre cómo lograron sobrevivir aquellos seres al terrible impacto. Yo no me atreví a preguntarlo. No soy un científico y tuve miedo a quedar en ridículo. Solo hice una pregunta, si alguno de nuestros antepasados, hombres y mujeres lunares, aún vivían allí, en nuestro satélite. Roshan sonrió y no quiso contestar. Yo, un tanto avergonzado, salí a la calle y mientras volvía a casa, vi una luna inmensa que flotaba sobre las montañas.



miércoles, 11 de marzo de 2009

SIETE DE LA MAÑANA

CHARLIE CHAPLIN

Cada día, a las siete de la mañana, miles de habitantes de las ciudades toman sus automóviles o aguardan un vagón de metro, un tranvía o un autobús que les lleve al lugar donde sus vidas expiran.

Pasan los instantes y los días, pasa la juventud y la edad madura. Cuando llega el tiempo de descansar y retirarse estiran aún, por un poco más de dinero, la repetición de esos ritos gastados.

No sueñan ya con amores perfectos, con nuevos amantes, con viajes y aventuras, con escribir, con pintar, con estudiar o tocar música, con ascender montañas o bucear en sí mismos, con tener amigos en cada rincón del mundo. Su único anhelo es comprar automóviles, televisores, abrigos, zapatos, comida con la que rellenar sus cuerpos de aire.

A las siete de la mañana, vestido igual que todos, mezclado entre ellos, espero el autobús que me lleva al lugar donde día tras día desaparezco.



lunes, 9 de marzo de 2009

ASAMBLEAS NEURONALES

SANTIAGO BOTERO (Untitled)

Donald Hebb quería ser novelista, pero acabó por convertirse en el padre de los nuevos sistemas de tortura.

Antes de ello, Hebb desarrolló la primera teoría comprensible sobre el modo en que algunos fenómenos psicológicos, como las emociones o los pensamientos, son producidos por nuestro cerebro. Su principal aporte en este campo se relaciona con la formación de ensambles, conjunciones o asambleas de neuronas que trabajan en común, potenciándose entre sí. Hebb comprobó que el cerebro elabora sus recuerdos intensificando los apareamientos de neuronas que disparan de forma concurrente.

Pero Donald Hebb es más conocido como el pionero en el estudio de los efectos del aislamiento, la privación sensorial y la alteración de los ciclos de sueño. Al ver los peligrosos efectos de sus experimentos, Hebb decidió abandonar las investigaciones. Algunos de sus colegas, por el contrario, no pusieron reparos en continuar con ellas. Entre estos se encontraba el psiquiatra Ewen Cameron, que consideraba que la destrucción de la mente era “el paso previo para la curación” de los enemigos políticos.

La CIA se había convertido en maestra e instigadora de los regímenes dictatoriales latinoamericanos. Como resultado de esas investigaciones se elaboró el manual Kubark, que era estudiado por los aprendices de torturadores. Estas experiencias, posteriormente, fueron la base para la redacción de los manuales de tortura de la CIA, utilizados con profusión en Afganistán, en Irak y en Guantánamo. Los prisioneros portan anteojos negros y audífonos que no dejan pasar el sonido y son colocados en prolongado aislamiento, alterándose sus ciclos de sueño. La privación sensorial desemboca, en pocos días, en una extrema ansiedad, en alucinaciones, pensamientos extraños, depresión y comportamiento antisocial, así como en una terrorífica angustia.

Estas técnicas se complementan con un estudio detallado del miedo y las debilidades de cada prisionero. Se le hace permanecer de pie o colgado del techo, sin permitir que duerma. Se le desnuda y aisla, se ponen ratas y cucarachas en su celda y se le asusta con perros, se le da comida podrida, incluso animales muertos, se le arroja agua fría a la cara y se cambia constantemente la temperatura de su entorno. En esta situación, no es de extrañar que sean muchos los que confiesen crímenes que, tal vez, nunca cometieron.


miércoles, 4 de marzo de 2009

EL CENTRO DEL MUNDO

REMEDIOS VARO (Bordando el manto terrestre)

El lugar donde estamos en cada momento es el centro del mundo. Nuestra ciudad, nuestro pueblo, nuestro barrio o nuestra casa son la plaza central del universo para cada uno de nosotros, los lugares donde todo, lo importante o lo anecdótico, nos sucede. Son Central Park, Chichen Itzá, las pirámides de Egipto, el palacio de Lhasa, los Campos Elíseos, el Pan de Azúcar. Para un muchacho de Lima que jamás se ha movido de su ciudad ésta es el núcleo central de la Vía Láctea. Así sucede, por igual, para una anciana groenlandesa, para un pescador de las Seychelles o para una muchacha de los arrabales de Nairobi. Todos los planetas dan vueltas cada día alrededor de sus pequeños cuartos, de sus casas de lujo o de sus chabolas destartaladas. Así, el mundo se compone de millones de pequeños centros neurálgicos, de infinitos plexos nerviosos, de miles de chakras, de puntos de energía comunicados por canales invisibles, misteriosos, alrededor de los cuales giran un billón de galaxias diminutas.

Hace dos años, en Trinidad, la vieja ciudad colonial de Cuba, conocí a un muchacho negro que vendía langostas. Nunca había salido más allá de Cienfuegos y quiso venir a Santiago, 600 kilómetros al sur, al día siguiente. El planeta Tierra rotaba alrededor de su barrio de casas deterioradas, de su madre de raza blanca, enferma, para quien un pariente mandaba medicinas desde Florida, de su abuela negra como él, de su hermano de piel blanca. Todo su mundo giraba sobre los sesenta kilómetros entre Trinidad y Cienfuegos. Santiago de Cuba era para él un universo desconocido, un viaje a Plutón.

Cada vida es un hecho trascendental, un instante en que la historia culmina. En cada persona están, tal vez, todas las demás personas, todas las mujeres y los hombres, el niño o la niña que fuimos, la joven azorada, el adulto que perdió unas oportunidades y aprovechó otras, el anciano que seremos, nuestro ser femenino y masculino a una vez, nuestro alma interestelar, el radiante alienígena que escondemos dentro, nuestro alma de pez, de león, de luciérnaga.

Cuando al fin nos alejamos de Trinidad el Universo entero se quedó allí, y lo mismo sucedió cuando partimos de Santiago de Cuba. Sigue aún allí, desplegando sus posibilidades infinitas y sin embargo vino también con nosotros, en compañía de los viejos dioses taínos, siboneyes y guanajatabeyes, en el avión de vuelta.


lunes, 2 de marzo de 2009

TORMENTAS



La madre de mi madre tenía un gran temor a las tormentas. Solía decir que “quien no teme a los truenos no tiene miedo de Dios”. Cuando el terrible estruendo se aproximaba y los rayos caían justo encima de su cabeza, dibujando surcos luminosos sobre el aire, mi abuela corría a refugiarse a la habitación donde dormían sus hijos pequeños, que se reían de ella y la cuidaban, haciéndole mimos y caricias, como si la vida hubiera dado una vuelta entera sobre ellos. Hoy todos están muertos, menos ella, mi madre, que, cuando tuvo sus propios hijos, cada noche de tormentas se acercaba a nuestra habitación buscando refugio con mil excusas. Decía que las tormentas le hacían acordarse de los bombardeos de los tiempos de la guerra civil, de los aviones italianos y alemanes que iluminaban el cielo, como si fueran relámpagos, con los destellos de sus bombas de guerra.

Se que su niñez se quedó enmarañada en aquel refugio bajo tierra, en los largos días de angustia, en los sollozos de miedo en el regazo de su madre, en las carreras apresuradas hacia un lugar que podía convertirse en su tumba, en las casas destruidas, en su padre tendido sobre la cama tras haber sido arrollado por un tren.

Su madre murió y muchos años después, uno tras otro, también murieron sus tres hermanos. Mi madre tiene un aneurisma en la aorta, muy cerca del corazón. Es como si un trozo de metralla de las bombas de su niñez se hubiese quedado en su interior, como una perpetua amenaza que en cualquier momento pudiese explotar.

Tal vez los viejos y los niños sean los únicos seres con capacidad de ver fantasmas. No se qué sueños puede tener una persona de ochenta años, pero creo que hay personajes en sus sueños que la están buscando, que le llaman en susurros, en voz muy baja. No le pregunto por ellos, los rehuyo, no quiero verlos aún. Llegará un día en que, sin que tenga que buscarlos, acudirán a visitarme.


domingo, 1 de marzo de 2009

LA MUJER TIGRE

SATURNO BUTTO (The Confession)

La Mujer Tigre se mueve con sigilo en el bosque oscuro de los negocios, en los pasillos de las empresas, en los senderos de la política o en la tupida jungla de las administraciones públicas.

Durante los últimos años, las integrantes de esta estirpe feroz ha logrado conquistar esos entornos, antes inhóspitos para ellas. Hasta hace muy poco eran el hábitat exclusivo de los Hombres Tigre, el linaje al que pertenecen la mayor parte de los empresarios, los banqueros y los dirigentes del planeta, que alcanzaron estos vastos territorios mucho tiempo atrás, hace siglos o tal vez milenios. Quizá, en la época lejana en que los monos dieron paso a los primeros homínidos, una tenue línea evolutiva se fue diferenciando, por mutaciones o apareamientos inconcebibles, para dar lugar a los primeros Hombres Tigre. La especie logró, a lo largo de los siglos, una preponderancia absoluta sobre el resto de los seres humanos, un dominio sanguinario, traicionero y cruel sobre sus posesiones y sus vidas. Calígula, Hernán Cortés, Maximilien Robespierre, Stalin, Pinochet, Leónidas Trujillo, George Bush y una larguísima lista de Hombres Tigre, españoles, asiáticos, africanos, europeos, americanos, han decidido el destino de muchos de los habitantes del planeta hacia el relumbrón inmerecido y las ganancias rápidas, o por el contrario, hacia el ostracismo y la miseria, hacia la cárcel y la tortura o hacia la muerte por bombas atómicas o el pelotón de fusilamiento.

Pero no solo son Hombres y Mujeres Tigre los que llegan a los más altos niveles del Gobierno, los dirigentes de masas y naciones. El Hombre y la Mujer Tigre se desarrollan, en menor medida, en todos los niveles y las escalas sociales, lanzando arañazos y dentelladas a su alrededor para herir gravemente o devorar a los tiernos corderos, que siguen creyendo que el mundo es hermoso, que todos caminamos de la mano hacia nuestro destino en las estrellas.

La Mujer Tigre, al igual que ocurre con el macho de su especie, es capaz de matar de un zarpazo, si se interpone en su camino, aunque sea de un modo accidntal, a un antílope viejo y torpe, a un ñandú despistado, a una joven gacela que aguarda junto a un semáforo o que atraviesa la calle entre los automóviles, que acude a saciar su sed en un bar o que busca con esfuerzo su lugar en el mundo. Las Mujeres Tigre utilizan con frecuencia el señuelo de la igualdad y el feminismo, pero no dudan en despedazar a cualquier miembro de su género que pueda llegar a convertirse en su rival o en su enemigo.

A la Mujer Tigre le gusta merodear alrededor de los hombres de su especie, que, por mucho que utilicen con frecuencia reclamos de igualdad o de apoyo fingido, siguen siendo los príncipes sangrientos, los señores negros que dominan a la manada humana. Estas mujeres les sonríen, les halagan, y tratan de seducirlos sutilmente, para aprender de ellos o para buscar, tal vez, un punto débil que les permita lanzar un ataque furibundo y letal.

Mientras tanto, tímidamente, otras mujeres, jóvenes, adultas o de edades avanzadas, inteligentes, resueltas, solidarias, profundamente éticas, se convierten en investigadoras, letradas, doctoras, diseñadoras, farmacéuticas, empresarias, periodistas, artistas o alcanzan por sus propios valores, con gran esfuerzo, los puestos de mando, tras una pelea invisible con aquellos que los han detentado desde un tiempo inmemorial. Los Hombres y Mujeres Tigres, envidiosos, nerviosos y excitados, dan vueltas a su alrededor, sonriendo como hienas o vampiros, mientras aguardan el momento acertado para el atroz enfrentamiento, para el inevitable duelo de sangre.