miércoles, 30 de septiembre de 2009

LA SALIDA DEL LABERINTO

REMEDIOS VARO (Tránsito)


La vida es un laberinto sin salida. O tal vez, si la tiene, sea una salida hacia no se sabe dónde, hacia un lugar desconocido. Uno puede buscar desvíos alternativos, el trabajo, la meditación, el fútbol, el alcohol o las drogas, la ciencia, el dinero, los viajes, tener múltiples experiencias amatorias, realizar vuelos sin motor, caer por precipicios.

Al final siempre llega el momento en que nos hallamos frente a frente con aquello que tratamos de evitar, con un pasadizo misterioso y oscuro que nos provoca un temor insuperable.


Wabi, al igual que todos, quiso buscar su propia salida al laberinto de la vida y la muerte. No buscaba alargar su existencia, sino llenarla de sentido, hacer que cada año que pasase fuera inolvidable. Viajó por todo el mundo, tuvo amores y niños, leyó todos los libros que pudo y vio infinidad de películas, habló poco y escuchó mucho, lo vio todo con los ojos muy abiertos, hizo yoga, zen, estudió geografía, arte, economía, física y conoció miles de personas de lugares diferentes, de distintas ideologías y religiones. Fue indiferente para muchos de ellos, pero unos pocos fueron sus amigos.

Gastó mucho dinero buscando felicidad y vida y acumuló momentos inolvidables. También vivió algunas desgracias que marcaron en su rostro arrugas indelebles. Aún así, no pudo abarcar más que una pequeña parte de la experiencia humana.

Wabi halló la salida a su laberinto en un accidente eléctrico. La descarga que lo llevó a la muerte sucedió mientras trataba de arreglar la instalación de su vieja casa, que había sido ya la casa de sus padres, averiada por una tormenta. Tras caer al suelo, agarrotado y sin vida, nadie sabe hacia qué puerta le condujo su destino, ni qué pasos dio su espíritu vacilante por los senderos vacíos del tiempo.



martes, 29 de septiembre de 2009

EL MAESTRO DE SORTILEGIOS

CLAUDIO BRAVO (Chilaba azul)



Mamo, el Maestro de Sortilegios, se cree incapaz de lograr el más humilde de sus propósitos. Quiere tener mujer e hijos, como un hombre clásico de años atrás y quiere trabajar en el cine de animación o en la construcción de marionetas, pero está solo y dedica el día y la noche a su empleo en una aburrida caja de aparcamientos.

A veces discute con los clientes que han extraviado un ticket o un recibo o que simplemente no pueden pagar. Algunos de ellos le insultan o le amenazan con temibles venganzas. Mamo toma nota y los deja partir, reteniendo sus datos en la mente, apuntando en su memoria prodigiosa el color de su pelo, la luz de su sonrisa, el rictus de su enfado desmedido.

Aunque no lo parezca, Mamo es un auténtico maestro de sortilegios. Es incapaz de cambiar su vida y sin embargo interviene en la existencia de los otros provocando ráfagas inesperadas de suerte, accidentes, enamoramientos o desgracias. Hace brotar monedas y billetes bancarios en sus bolsillos, pone hombres y mujeres hermosos en sus vidas, obtiene trabajos soñados para los otros, pero su propia desesperanza, su desdicha lo mata.

Muchos se dirigen a él y buscan ser sus amigos, pues saben que eso mudará sus vidas por completo. Acuden a medianoche a su cabina de aparcamiento y aguardan un instante de calma en la tarea para pedir su ayuda. Mamo observa las luces fluorescentes, entrecerrando los ojos, escucha el lejano ruido del tráfico y después se sumerge en sí mismo. Los cambios deseados ocurren durante los días siguientes, sin falta.

Los días pasan. Los años caen sobre él como hojas muertas. Ya de mañana, Mamo regresa a su casa, cabizbajo. Intenta para sí, como ha hecho mil veces, lo mismo que resulta efectivo con los otros. Se sumerge en sí mismo e imagina su vida perfecta. Pero nada cambia. Nadie le aguarda en su piso vacío y las imágenes animadas que recorren su mente se disuelven en el aire de septiembre, como finísimos rayos de luna.



lunes, 28 de septiembre de 2009

EL TALLER DE RICKSHAWS

OLIVIER FÖLLMI

A los 62 años, Ghani conoció, en un centro de acogida del barrio de Baranagar, en Calcuta, a Amma, la Diosa de las Basuras, la mujer que había estado buscando durante toda su vida.

El centro estaba coordinado por voluntarios europeos y norteamericanos, la mayoría muy jóvenes, que habían acudido a la India buscando a sus vidas un sentido distinto de la mera posesión de dinero y la acumulación de objetos. Ghani realizaba para ellos trabajos de carpintería y mantenimiento en el tiempo libre que le dejaba su pequeño taller de rickshaws.

Los trabajadores del centro habían recogido a la mujer en la calle, donde vivía en la más absoluta miseria, cubierta de suciedad y de llagas. La curaron y limpiaron, le dieron de comer y le lavaron el pelo. Amma, a pesar de su terrible pobreza y abandono, era una mujer inocente y altiva, con cientos de pequeñísimas arrugas que atravesaban su rostro como las calles de una ciudad o los senderos en un bosque.

Ghani, nada más verla, se enamoró de ella. El hombre tenía tres hijos, ya mayores, de su anterior esposa, con la que se había casado por un arreglo entre familias. Sin embargo, él creía en el amor verdadero. Pensaba que la vida, a cualquier edad, es un teatro mágico y que la vejez no era sino un viaje a un lugar desconocido, que aún le podía ofrecer, cada día, nuevas sorpresas.

Dos meses después Ghani se casó con Amma. Los dos abandonaron el centro de acogida para dirigirse a la casa del hombre. Los hijos de él trataron de alertarle sobre las intenciones de la mujer, muy enfadados porque su padre se hubiera casado con una mujer pobre.

Amma asumió el mando del hogar. Puso en la entrada de la casa la foto de su antigua dueña y cada mañana le ofrecía libaciones y plegarias, pidiéndole perdón por haber ocupado su morada. Después entonaba rezos y salutaciones a los dioses hindúes, y de un modo especial a Shiva, el Señor de la Danza Cósmica, el destructor y transformador de toda la creación.

Ghani trabajaba todo el día en el taller, donde acudían los conductores de rickshaws de los alrededores. No regresaba a su casa hasta la tarde, y lo hacía lleno de ilusión, pues allí lo esperaba Amma, su única diosa.

Cuando Ghani murió repentinamente, sus hijos, que apenas lo habían visitado duante los últimos años, iniciaron un pleito contra Amma para que abandonase la casa. Esta, a pesar de ser la legítima heredera, no opuso resistencia. Recogió sus cosas en una bolsa y volvió a la calle, a vivir entre las basuras. Solo se llevó el collar de piedras sagradas que le había regalado Ghani el día de su boda y una pequeña imagen de Shiva, el dios de los múltiples brazos, su protector.

Tal vez fue él, Shiva, quien la condujo de nuevo ante las puertas del hospicio donde había conocido a Ghani y la hizo llamar con fuerza, a medianoche, exhausta y aterida, cansada de luchar contra las fuerzas invencibles del amor y la muerte.  




martes, 22 de septiembre de 2009

LA SERPIENTE PERFUMADA

HENRI ROUSSEAU (Snake)


La Serpiente Perfumada piensa que en sus hombros descansa el peso del mundo. Se prepara con paciencia cada mañana y acude al trabajo resoplando, mientras sus tacones repiquetean por los pasillos inmensos. Viste ropas distintas cada día, compradas en tiendas supuestamente elegantes, pues su veneno necesita de un envoltorio distinguido.

La Serpiente Perfumada se ofrece y se insinúa ante aquellos que ostentan el poder, cuya compañía busca sin descanso. Si bien su atractivo es insignificante, es bien conocida la poca discriminación que en este campo muestran los hombres. La Serpiente tiene especial predilección por los responsables políticos. Nació así, aunque ella atribuye su actitud a la recompensa por sus desvelos o a la defensa contra oscuras conspiraciones.

La Serpiente Perfumada espera enroscada el paso de sus rivales. Estos suelen ser compañeros que ponen en riesgo su posición de privilegio, que tanta producción de veneno le ha costado. Rodea a sus víctimas sin que estas se aperciban de ello, sin mostrar su lengua bífida.

Su veneno es mortal sin remedio. Sus compañeros, que lo intuyen, se apartan a su paso o la mantienen a distancia y se ponen muy nerviosos si la ven apostada en los pasillos o perciben que se acerca, pues saben del poder de sus colmillos, de la fuerza abominable de su odio.

La Serpiente Perfumada nunca sale de casa sin rociarse con carísimas esencias y aguas de colonia, que guarda en estanterías repletas. Sin embargo, desconoce el poder cancerígeno de sus compuestos y se intoxica, poco a poco, como un animal de los suburbios, como una princesa de las alcantarillas.


lunes, 21 de septiembre de 2009

ESPÍRITUS

MABEL ÁLVAREZ (Tightrope dancers)


No compartimos el mundo con personas, animales, árboles o flores, sino con espíritus. Aquellos a quienes dormimos abrazados, con quienes hablamos, reímos o discutimos no son los que creemos ver, sino seres etéreos que los habitan momentáneamente, sin cuerpo y sin rostro, hijos de otros espacios y lugares que se aproximan queriendo contactar con el ánima, fea o hermosa, elegante o desharrapada, que oculta nuestra falsa apariencia.

Hay espíritus opuestos como polos que se repelen entre sí, espíritus complementarios y otros que son enemigos feroces, espíritus que se desean como lobos hambrientos y que beben los vientos por otros entes sutiles que vieron una vez y jamás conseguirán olvidar.

Los espíritus viajan sobre máquinas aladas, sobre locomotoras, automóviles y bicicletas. Allá donde llegan se cruzan con almas distintas que se miran entre sí, tímidas o insolentes, indiferentes o melancólicas, desvaídas o alegres.

Mi espíritu come, duerme o pasa la noche en vela, de bar en bar, bebe vino o cerveza, escucha música rock, contempla emocionado películas y atardeceres, asiste a funerales, a bodas y nacimientos de otros espíritus, mira a las estrellas y al mar, al aire, a la tierra y al fuego, sus antepasados múltiples, la materia de la que está hecho.

Cuando se acerca la noche, las ánimas que nos habitan sienten miedo del frío, la soledad y las tinieblas y se aproximan tiritando de frío a otros espíritus que los arropan sutilmente con sus cuerpos de aire.



viernes, 18 de septiembre de 2009

LA MATADORA

REMEDIOS VARO (Tailleur pour Dames)


La Matadora ejecuta silenciosamente. Su carácter es tímido, concentrado y suave. Parece no querer saber nada del mundo que la rodea, como si su única intención fuese vivir a un lado, sin llamar la atención, sin que nadie se percate de que se encuentra al acecho.

Ocasionalmente se la puede ver con algunos amigos, muchachos o también hombres maduros, que están a su lado durante unos meses y después desaparecen. La Matadora consuma el acto con ellos una o dos veces, y después, como una mantis sin credo, los asfixia o envenena y los devora en secreto. Cuando se levanta por fin el revuelo inevitable niega ante todos haberlos conocido, o asegura no haberlos visto durante meses.

La Matadora busca a sus víctimas en tabernas y bares nocturnos, en la oscuridad de los cines o en los centros comerciales. Llama su atención con sus rasgos atractivos y su mirada inocente, ensayada mil veces ante el espejo, con sus labios subyugantes, con su voz de niña extraviada. Los hombres creen haberla conquistado por sus propios méritos y celebran el hecho a voces con sus amigos. Mientras tanto ella, escondida en las tinieblas, los observa con ojos de iguana, guardando astutamente su lengua bífida.

La Matadora tiene tendencia a ganar peso. Sus costumbres feroces, antropófagas, hacen que acumule grasa sin descanso, por lo cual se somete a serias curas de adelgazamiento, a larguísimas sesiones de gimnasia, a liposucciones y saunas. También ayuna por largas temporadas, meditando en quién es de verdad, en su ser diferente, en el espíritu oscuro que la lleva a cometer sus crímenes.

Sin embargo, al mismo tiempo engorda su cuenta corriente, lo cual no parece inquietarle. Poco antes de matar a sus víctimas, en mitad del acto de amor, les hace firmar un papel de compromiso. Ellos, embelesados por su triunfo aparente, no dudan por un instante. La Matadora, astutamente, no recurre a ese documento hasta que ha pasado un tiempo prudencial y las sospechas se han despejado.

Las múltiples Matadoras que existen en el mundo se respetan entre sí, temerosas, esquivando a las miembros de su raza, venenosas como escorpiones o tarántulas. Solo en casos extremos cruzan sus aguijones y cuchillos, sus lenguas mortíferas, y esta pelea inhumana las lleva a las dos a la muerte, como una torbellino de fuego, como un estallido del alma.