DAVID HOCKNEY
Margot vive a ambos lados de la frontera. La cruza varias veces al día, en ambas direcciones, a veces con sustancias prohibidas, otras con armas o explosivos, o más a menudo, guiando a muchachos inmigrantes o a prófugos de sí mismos. Los gendarmes la conocen y a veces la retienen, pero cuando eso sucede Margot, de un modo misterioso, siempre se encuentra sola, no lleva nada encima. Cada vez que la registran su mochila está vacía.
Se rumorea que, cada vez que van a buscarla, alguien la avisa o deja pequeños rastros que solo ella reconoce y le permiten evitar el peligro. Otros dicen que es nieta de brujas y que, a causa de ello, domina el arte de la invisibilidad y la trasmutación de objetos, o que esconde sus mercancías en oquedades de los árboles, en cuevas o en agujeros bajo la tierra.
Un día, Margot tuvo que guiar en su huida a un hombre que escapaba de una muerte segura. Durante el trayecto apenas hablaron, pero se enamoró de él sin remedio. Al llegar a su destino, al otro lado de la muga, inesperadamente, la muchacha se despidió con un dulce beso en los labios del fugitivo.
Margot vive a ambos lados de la frontera. La cruza varias veces al día, en ambas direcciones, a veces con sustancias prohibidas, otras con armas o explosivos, o más a menudo, guiando a muchachos inmigrantes o a prófugos de sí mismos. Los gendarmes la conocen y a veces la retienen, pero cuando eso sucede Margot, de un modo misterioso, siempre se encuentra sola, no lleva nada encima. Cada vez que la registran su mochila está vacía.
Se rumorea que, cada vez que van a buscarla, alguien la avisa o deja pequeños rastros que solo ella reconoce y le permiten evitar el peligro. Otros dicen que es nieta de brujas y que, a causa de ello, domina el arte de la invisibilidad y la trasmutación de objetos, o que esconde sus mercancías en oquedades de los árboles, en cuevas o en agujeros bajo la tierra.
Un día, Margot tuvo que guiar en su huida a un hombre que escapaba de una muerte segura. Durante el trayecto apenas hablaron, pero se enamoró de él sin remedio. Al llegar a su destino, al otro lado de la muga, inesperadamente, la muchacha se despidió con un dulce beso en los labios del fugitivo.
Unos días después, el hombre, jugándose la vida, apareció nuevamente y le pidió que, para estar unas horas junto a ella, volviera a ayudarle a llegar al otro lado, donde querían matarlo. Margot, tras una corta reflexión, inició el viaje contrario.
Nunca más se supo de ellos. Algunos dice que oyeron a lo lejos varias ráfagas de disparos, y cuentan que fueron acribillados, el uno junto al otro, por sus temibles enemigos. Otros, en cambio, creen que viven aún en el bosque, escondidos, alimentándose de raíces, bayas y amor.
1 comentario:
Hola Ramón, has sido elegido para el premio Dardos....pásate por mi blog a recogerlo.
Un abrazo
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