Mi único enemigo soy yo mismo, el amor de mi vida, mi amante perfecto.
Mi alma camina a mi lado. Habita en mis cabellos oscuros, en el centro de mi vientre, en las arterias que atraviesan mis brazos, en la raíz de mi sexo.
El presente es infinito y cambiante. Cada vez me cruzo con personas distintas. Los pájaros, los niños, las bicicletas, los árboles y las estrellas cambian de sitio sin cesar, como en un juego de espejos.
Cada día que pasa soy otro que no fui. Mis labios envejecen, mis ilusiones pierden un instante de vida. A cada momento engendro alegrías y desánimos, deseos que como embriones maduros, luchan por ofrecerse al mundo.
Mi vida es una pelea sin fin contra aquel que no soy. Me escucho, me adulo y me insulto, me hiero con un cuchillo, apunto un revólver contra mi pecho. Cada uno de los seres que pasan a mi lado son yo mismo, pues en los demás me observo y me temo, me odio y me encuentro.
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