miércoles, 6 de enero de 2010

LA LIBERACIÓN

VÍCTOR BRAUNER (Jacqueline au Grand Voyage)


Una triste tarde de invierno, mientras la nieve caía mansamente sobre su ciudad, Janus, deprimido y gris como el día, se dedicó a revisar sus extractos bancarios. Tenía un total de 182.313 euros entre varias cuentas, pertenecientes a tres entidades distintas.

Apuntó el dato cuidadosamente en un papel e hizo un repaso del resto de sus posesiones: dos pisos, uno en la ciudad y otro en la costa, ambos ya pagados y un coche sueco de gran cilindrada que sus vecinos miraban con envidia.

Su vida social, sin embargo, no era nada destacable. Estaba separado y hacía mucho tiempo que no había quedado con una mujer. Apenas veía a su único hijo, de quince años, que vivía con la que había sido su esposa a más de cien kilómetros de distancia. El muchacho ya no le llamaba con la ansiedad de otro tiempo, y por lo que sabía, había dejado los estudios y tenía una relación complicada con su madre.

Janus tenía un grupo de amigos, todos ellos bien situados socialmente aunque demasiado convencionales para su gusto. Hablar solamente de fútbol, objetos de marca, mujeres o política se le hacía a veces tedioso. A menudo pensaba que, a pesar de su dinero, todos ellos, al igual que él, llevaban una vida vacía que, al menos en su caso, no satisfacía sus deseos.

Volvió a repasar sus cuentas corrientes. Tenía más dinero del que había imaginado. Pensó que, sin embargo, la verdadera fortuna tal vez no consistiera en poseer varias casas o grandes sumas en el banco, sino en acumular experiencias, viajes, amantes, abrazos, momentos de éxtasis o incluso desengaños, dolores o tristezas pasajeras, atravesar la vida como un cometa en llamas, hasta el instante final. ¿Eran más afortunados él o sus amigos que alguien que se dedicase a viajar sin dinero a lo largo del mundo o que durmiera cada noche en los suburbios con la mujer que amaba?. Tenía la sensación de que no era así y de que la vida se le escapaba entre los dedos dedicado a cosas insignificantes.“La muerte está siempre a la vuelta de la esquina. Nada de lo que poseo me acompañará en ese viaje”, pensó abatido.

Afuera seguía nevando. Janus buscó tres monedas idénticas y sacó su ejemplar del Libro de las Mutaciones, el I Ching, que había robado de joven, cuando era un estudiante sin recursos, en unos grandes almacenes. Tras arrojar seis veces las monedas obtuvo un doble trigrama, que después consultó en el libro. Era el número 40, denominado Hsieh, la Liberación. Leyó su dictamen:


La Liberación. Es propicio el Sudoeste.
Si ya no queda nada a donde uno debiera ir,
Es venturoso el regreso.
Si todavía hay algo a donde uno debiera ir,
Entonces es venturosa la prontitud



Tenía ante sí una semana de vacaciones. Precisamente había pensado en irse unos días, solo, a Lisboa, en un viaje organizado, mezclarse con la gente y dejar que pasasen cosas, que la vida fuera encajando sus piezas.

Entró en la página web de una agencia de viajes y miró salidas a Lisboa. Había una oferta para dos días después, con plazas libres, pero el precio le hizo retraerse. “Por eso tengo tanto dinero en el banco”, pensó para sí, “no hago otra cosa más que ahorrar, acumular más y más dinero”. Ahuyentó sus pensamientos ruines y, sin pensar, anotó en el formulario electrónico de la agencia su número de tarjeta. Después, pulsó el botón para enviar los datos e imprimió el resguardo. Sin querer pensar, comenzó, animado, a hacer su maleta, como un viajero que parte en busca de sí mismo.



2 comentarios:

Cristina Catarecha dijo...

Tener fortuna nada tiene que ver con ser afortunado y, efectivamente, ser el más rico del cementerio de poco va a servirle.
LO vivido, lo imaginado, lo compartido, lo soñado, lo poseído, eso sí le confiere a uno la categoría de afortunado.
Janus está en proceso. Algún formateo más y tendrá la combinación perfecta.
Felicidad.

Ramón Guinea dijo...

Hola, Cristina. Es un buen regalo de reyes recibir un mensaje tuyo después de un tiempo. Espero que todo te vaya bien y que este año que entra seas una afortunada en lo que vivas, imagines, compartas y sueñes. Un abrazo