lunes, 12 de octubre de 2009

EL CLUB DE LOS CANÍBALES

ZHANG YIWANG (Portrait n. 2)


El Club de los Caníbales solo admite a mujeres y hombres de modales impecables e indumentaria exquisita, bienpensantes, de sonrisa seductora y saneada situación financiera. El envoltorio debe ser intachable, pero el Club exige otras aptitudes que no aparecen en sus estatutos fundacionales o en sus normas internas.

Así, para ingresar en él debe acreditarse un extenso currículum de vicios ocultos y prácticas perversas: sodomías, vejaciones, violaciones, desfalcos, golpes de estado, torturas, estafas, tráfico de armas o asesinatos de guerra. Además, se valora grandemente haber salido indemne de todos ellos, sin una sola citación legal, sin una reseña periodística.

El Club, sin embargo, apoya a los miembros que caen en desgracia, destruye pruebas, encubre actos ilícitos, asesora en materia de sobornos, pillaje y estética caníbal. Una revista enviada en secreto a sus socios instruye en estas artes y en muchas otras a los miembros del Club. Muestra automóviles lujosos, yates de ensueño, armas cortas, trajes impecables, abrigos de fantasía, piedras preciosas, mansiones protegidas por costosos sistemas de seguridad.

Los socios del Club actúan siempre en favor de sí mismos. Se presentan ante los otros como magnánimos o intransigentes, de acuerdo con las circunstancias. Muestran un gran manejo del Chi, moviendo sin esfuerzo la energía cósmica de las tinieblas a la claridad, del Ying al Yang, de la arquitectura sublime a la crueldad y la destrucción impía.

La marca del Club de los Caníbales es una pequeña calavera roja tatuada en la base del cuello. Al verla en otros, quienes pueden reconocerla se hacen a un lado, obsequiosos y sumisos. Una sonrisa de sometimiento y adhesión infinita brilla en la comisura de sus labios, como una diminuta línea de sangre.



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