WALASSE TING (Cheveux Bleus)
Breda vive en la Ciudad de las Casas Flotantes. Su hogar es un palafito de madera donde a menudo celebra fiestas y reuniones. Breda tiene una intrincada red de conocidos y visitantes que acuden muchos días hasta allí. Cuando llega la noche, desde la cubierta iluminada de los barcos o desde la costa cercana se escuchan relatos de intimidades, suspiros, canciones y risas.
La mujer, de 34 años, vive sola en la casa, pero son muchas las noches en las que duerme acompañada. La mayoría de sus amantes llegan remando al atardecer en canoas blancas. Unos pocos, más atrevidos, se aventuran a cruzar a nado el largo trayecto de agua, surcado por peligrosas corrientes. Ella los espera sentada al borde de su hogar de tablas, mientras escruta la lejanía. Cuando al fin llegan los que buscan su amor, antes de que pronuncien una sola palabra, Breda los besa profundamente en la boca y les da de beber un licor oscuro que disipa las dudas y conduce a una felicidad extrema. Después, los desnuda lentamente y acaricia su cuerpo con dulzura, como si sus dedos fueran leves trazos de brisa marina, surcos de espuma de agua.
A la mañana siguiente Breda desayuna junto a ellos té de piñones, zumo de lima, grosellas y un extraño yogur amargo que ella misma prepara. Después los amantes se despiden con una larga caricia. Ella los ve partir apenada, echándolos ya en falta y regresa a su vida. Por misteriosas razones, sin embargo, son muy pocos los que vuelven a visitarla.
Cuando está sola de nuevo, Breda escribe cartas y poemas, se baña en el agua de mar, toma el sol brevemente y medita en su vida. Entonces, nuevamente feliz, piensa en sus próximas fiestas, en sus nuevos amantes y organiza sus salidas al mundo, sus viajes a Vietnam, al Perú, a la India, mientras el sol del día que nace asciende entre las casas flotantes, cargado de promesas maravillosas.
Breda vive en la Ciudad de las Casas Flotantes. Su hogar es un palafito de madera donde a menudo celebra fiestas y reuniones. Breda tiene una intrincada red de conocidos y visitantes que acuden muchos días hasta allí. Cuando llega la noche, desde la cubierta iluminada de los barcos o desde la costa cercana se escuchan relatos de intimidades, suspiros, canciones y risas.
La mujer, de 34 años, vive sola en la casa, pero son muchas las noches en las que duerme acompañada. La mayoría de sus amantes llegan remando al atardecer en canoas blancas. Unos pocos, más atrevidos, se aventuran a cruzar a nado el largo trayecto de agua, surcado por peligrosas corrientes. Ella los espera sentada al borde de su hogar de tablas, mientras escruta la lejanía. Cuando al fin llegan los que buscan su amor, antes de que pronuncien una sola palabra, Breda los besa profundamente en la boca y les da de beber un licor oscuro que disipa las dudas y conduce a una felicidad extrema. Después, los desnuda lentamente y acaricia su cuerpo con dulzura, como si sus dedos fueran leves trazos de brisa marina, surcos de espuma de agua.
A la mañana siguiente Breda desayuna junto a ellos té de piñones, zumo de lima, grosellas y un extraño yogur amargo que ella misma prepara. Después los amantes se despiden con una larga caricia. Ella los ve partir apenada, echándolos ya en falta y regresa a su vida. Por misteriosas razones, sin embargo, son muy pocos los que vuelven a visitarla.
Cuando está sola de nuevo, Breda escribe cartas y poemas, se baña en el agua de mar, toma el sol brevemente y medita en su vida. Entonces, nuevamente feliz, piensa en sus próximas fiestas, en sus nuevos amantes y organiza sus salidas al mundo, sus viajes a Vietnam, al Perú, a la India, mientras el sol del día que nace asciende entre las casas flotantes, cargado de promesas maravillosas.
1 comentario:
Por fin he encontrado el momento para entrar por primera vez en tus blogs – un mundo completamente desconocido para mi.
Me esperaba relatos /reportajes de viajes reales – así interpretaba tus comentarios en la Toscana - y me encuentro con cuentos tan originales, bonitos, misteriosos ... que me hacen soñar. Danke
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