domingo, 15 de junio de 2008

HOSPITALES


Conozco muchos hospitales, aunque nunca he estado ingresado en uno de ellos. Las Unidades de Reanimación están equipadas con los aparatos y monitores más modernos, pero los enfermos se encuentran desamparados entre tantos complicados mecanismos, medidores automáticos de tensión o de oxígeno, vías para suministrar sueros, medicamentos o nutrientes. Escuchan los ruidos de las máquinas, los gritos apagados de los otros enfermos, las conversaciones intrascendentes de los auxiliares y los enfermeros, que se dirigen a ellos, en muchos casos, como si fueran niños incapaces o mascotas. Nadie cuida de sus sentimientos, de sus mentes heridas, golpeadas, rasgadas, abandonadas y tristes. Por eso, cuando, durante quince minutos, reciben una visita, lo miran como si se tratara de un ángel que se hubiera extraviado por los senderos del cielo.

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