CLAUDIO BRAVO (Alfombra Roja)
Tuvo un presentimiento y se acercó con una luz en las manos al cuarto en que ella deliraba.
Aún estaba inconsciente y los escalofríos recorrían su cuerpo aletargado como olas gigantescas.
Conocía las terribles alimañas que habitaban sus sueños, lagartos de pupilas verticales, venenos que trazaban surcos negros debajo de sus párpados.
Sentado en cuclillas frente al balcón abierto pasó la noche a su lado, contemplando a través de las finas gotas de lluvia a las prostitutas que buscaban entre cientos de hombres un confidente con la boca marcada por el trueno.
Tuvo un presentimiento y se acercó con una luz en las manos al cuarto en que ella deliraba.
Aún estaba inconsciente y los escalofríos recorrían su cuerpo aletargado como olas gigantescas.
Conocía las terribles alimañas que habitaban sus sueños, lagartos de pupilas verticales, venenos que trazaban surcos negros debajo de sus párpados.
Sentado en cuclillas frente al balcón abierto pasó la noche a su lado, contemplando a través de las finas gotas de lluvia a las prostitutas que buscaban entre cientos de hombres un confidente con la boca marcada por el trueno.
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