lunes, 30 de marzo de 2009

CONVERSACIÓN EN EL METRO

JOSH GEORGE

“Una vez” le dije a una muchacha que acababa de conocer en el metro, “estuve muerto durante cinco minutos”.

“Yo”, contestó ella “viajé en un sueño al más allá. No podría describir aquel lugar ni con un millón de palabras”.

“Pues yo”, insistí, “recibí una flecha de curare durante un viaje al Amazonas, que paralizó mi respiración por una hora. Todavía no se cómo pude sobrevivir”.

“Yo” –recordó la muchacha-“dormí al lado de un jaguar y pude adiestrarlo con juegos y engaños”.

“Yo fui abandonado por mis padres en una casa de citas”, le conté después “Me recogió una prostituta tan hermosa como una princesa, para la que fui el sol y la luna”.

“No es nada lo que dices” -arguyó- “Yo salí por mí misma del vientre de mi madre, sin ayuda, cubierta de sangre negra”.

“Yo me he quebrado cien veces” reconocí con tristeza, “y en cada nueva ocasión me veo más feo y más viejo, y ni siquiera recuerdo quién soy”.

“Yo” –declaró misteriosa- “domino la invisibilidad. Te he observado durante días sin que lo supieras. Lo sé todo sobre ti”.

“Yo” –revelé- “conozco el arte de los venenos. Puedo intoxicar el aire que respiras, las palabras que escuchas, la luz que penetra tus ojos”.

“Nada de eso me preocupa” –alegó ella por fin-. “Yo estoy envenenada sin remedio. Una vez me mordió el desamor, y aún no he logrado extirpar su ponzoña”.


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