domingo, 29 de marzo de 2009

NUEVOS HABITANTES DEL PLANETA

GREGORY COLBERT

Tras un instante de luz, nuestra llama desaparece. Otras se extinguieron antes y otras más seguirán prendidas tras nosotros a lo largo del mundo. Vivirán en las casas donde estuvimos, amarán los rostros que tanto quisimos y otros que jamás llegaremos a conocer, viajarán a lugares que nunca visitamos, celebrarán fiestas a las que no estaremos invitados, explorarán facetas desconocidas del mundo para los que ya estaremos ciegos, hasta el momento en que su llama también se apague.

Cada nuevo día, miles de individuos abandonan el mundo, mientras sus sucesores se suman a la lista de los nuevos habitantes del planeta. Otros seres vivos, elefantes, arañas, murciélagos, osos polares, aves, diminutos peces, plantas, ácaros, crustáceos o bacterias nacerán e irán desapareciendo. Son extraños compañeros de viaje, aunque a menudo los veamos como un simple instrumento de nuestros deseos. Algunas especies desparecerán y no volverán a reproducirse jamás. Su huella sobre el mundo se habrá perdido como el rastro de la lluvia o el granizo, como una estela de luz de luna.

La vida es una realidad omnipresente, que se transforma, que se renueva día a día. Es un hecho extraordinario que ocurre a cada instante, el nacimiento de una vida, la extinción de otras. Sin embargo, los científicos ensoberbecidos, que juegan a ser dioses, son incapaces de reproducirla en sus probetas, en sus campanas de flujo o en sus cámaras estériles.

Cuando nuestra luz se extinga, permaneceremos en cada uno que se queda, como cada uno que se fue permanece en nosotros. Tal vez, al final, no seamos sino una sola persona, pedazos separados de un mismo cuerpo, materia estelar desprendida de un cometa.


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