lunes, 11 de mayo de 2009

EN LA CIUDAD DE AJBAR

LAWRENCE ALMA-TADEMA (Spring)


En la ciudad de Ajbar existe una sola religión con cinco dioses. Ninguno de ellos tiene más poder que cualquiera de los otros. Todos se complementan y conviven, se enemistan, discuten o se aman, como cualquier grupo de amigos o vecinos.

Mut, el dios del amor y la sexualidad, domina el acercamiento sensual, la fusión de los cuerpos. Une las pelvis masculinas y las femeninas, gobierna la fertilidad y teje redes sutiles entre aquellos que se encuentran cercanos. Aproxima y aleja, funde o hiela. Son muchos los que acuden a sus templos a realizar ofrendas para obtener el amor, recuperar el poder sexual, casarse o conseguir descendencia.

Twyn es el dios de la cabeza, que otorga conocimiento y sabiduría y protege de la infelicidad y la desdicha. Solo admite ofrendas espirituales, pensamientos felices, oraciones y palabras recitadas, rechazando, por el contrario, los obsequios de valor. Se le convoca de noche, moviendo alternativamente una antorcha de fuego ante las estrellas mientras se pronuncia, una sola vez, su nombre.

Muram, el dios de las desgracias, atrae los accidentes y las desdichas. Se divierte provocando enfermedades inesperadas, fracasos y desventuras. Es mejor evitarlo, no pensar en él, romper sus figuras, no pronunciar jamás su nombre, pasar de largo por sus templos, dejar que languidezcan sin ramos de flores, sin ofrendas de vino o de comida.

Bikkhu, el Dios del dinero y los bienes terrenales, cuida los tesoros ocultos, las posesiones y las cuentas bancarias. Contar con su favor ayuda para atraer la riqueza, conseguir buenos puestos de trabajo o lograr cualquier recurso material que se desee. Quien honra sus moradas podrá ser infeliz en el amor o sufrir enfermedades, pero siempre dispondrá de una apreciable fortuna.

Arum, por último, es el dios de los muertos. Camina invisible a nuestro lado, aguardando una señal de desmayo, un pensamiento negativo o suicida, para tomarnos en sus brazos, hermosos o grotescos, ricos o pobres, sabios o estúpidos y arrancarnos, con un pequeño soplo, la vida, nuestro bien más preciado.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola!
me quedo con el Dios Twyn, porque también me acercaría a Mut.
Saludos.
A.

Ramón Guinea dijo...

Hola! Creo que elegiría a los mismos que tú. Me alegra que sigas por ahí. Un saludo,