Deja que mi mano te estrangule como un pañuelo o una culebra y caigas al suelo lentamente como las líneas de un dibujo roto.
Permite que las hojas secas te cubran, que crezcan sobre ti campanillas azules, tallos de maíz, que los escarabajos caminen por tus manos y descubran los niños piedras de amatista en las cuencas de tus ojos.
Nadie te hará ningún daño, un lagarto tendrá a tu lado su hogar sombrío.
Simula que estás muerto, deja que tu pensamiento se desvanezca, que los pequeños juncos se enreden en tu pelo, que los búhos te consideren uno más entre ellos, que un meteorito explote sobre ti y caigan en tu cara, como un granizo muy fino, fragmentos de cielo.
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