CLOSE-UP OF NOVICE BUDDHIST MONK
“Hay un modo zen para todas las cosas” dice un libro sobre budismo que estoy leyendo. “Hay un modo adecuado, desde el punto de vista del zen, de caminar por la calle, de ir en metro, de besar o abrazar a un amante, de lavarse los dientes o leer un libro. Hay también un modo zen de viajar, de contemplar una noche estrellada, de ser ciego o sordo, de pilotar un avión, de reír, de bailar o cantar, de estar enfermo o incluso de nacer o morir”.
Hay cosas del budismo que me resultan antipáticas, las frases hechas, los gongs, las túnicas, sobre todo cuando las visten occidentales que parecen asistentes a una fiesta de disfraces místicos. Hay otras cosas, sin embargo, que me encantan, el respeto a todos los seres vivos, la idea de que uno no tiene que confiar en maestros ni en gurús, de que “uno mismo es su único maestro”. También me gustan los koanes y los haikus, pequeña frases y poemas cargados de resonancias, de ecos de la vida real, del universo profundo.
Desconozco cual es el modo de zen de escribir un blog, de tomar el sol, de estudiar un máster, de viajar, de beber una cerveza, de observar a la gente, aunque supongo que tiene que ver mucho más con vivir cada instante con plenitud que con llevar una túnica negra, con saber que uno es una parte infinitesimal de un todo y que no somos diferentes de nadie, que somos idénticos a las personas con quienes nos cruzamos a cada instante o a las hormigas que trepan por mis plantas.
Un profesor que tuve decía que uno siempre tiene que estar dispuesto a hacer el ridículo con clase, con estilo. Seguramente esta frase no tiene nada que ver con la doctrina del zen, pero a mí me parece que, de un modo u otro, en el extraño mundo de las casualidades invisibles existe un lazo oculto que las une.
¿Hay, tal vez, un modo zen de fracasar, de naufragar en la vida, de hacer el ridículo?.
“Hay un modo zen para todas las cosas” dice un libro sobre budismo que estoy leyendo. “Hay un modo adecuado, desde el punto de vista del zen, de caminar por la calle, de ir en metro, de besar o abrazar a un amante, de lavarse los dientes o leer un libro. Hay también un modo zen de viajar, de contemplar una noche estrellada, de ser ciego o sordo, de pilotar un avión, de reír, de bailar o cantar, de estar enfermo o incluso de nacer o morir”.
Hay cosas del budismo que me resultan antipáticas, las frases hechas, los gongs, las túnicas, sobre todo cuando las visten occidentales que parecen asistentes a una fiesta de disfraces místicos. Hay otras cosas, sin embargo, que me encantan, el respeto a todos los seres vivos, la idea de que uno no tiene que confiar en maestros ni en gurús, de que “uno mismo es su único maestro”. También me gustan los koanes y los haikus, pequeña frases y poemas cargados de resonancias, de ecos de la vida real, del universo profundo.
Desconozco cual es el modo de zen de escribir un blog, de tomar el sol, de estudiar un máster, de viajar, de beber una cerveza, de observar a la gente, aunque supongo que tiene que ver mucho más con vivir cada instante con plenitud que con llevar una túnica negra, con saber que uno es una parte infinitesimal de un todo y que no somos diferentes de nadie, que somos idénticos a las personas con quienes nos cruzamos a cada instante o a las hormigas que trepan por mis plantas.
Un profesor que tuve decía que uno siempre tiene que estar dispuesto a hacer el ridículo con clase, con estilo. Seguramente esta frase no tiene nada que ver con la doctrina del zen, pero a mí me parece que, de un modo u otro, en el extraño mundo de las casualidades invisibles existe un lazo oculto que las une.
¿Hay, tal vez, un modo zen de fracasar, de naufragar en la vida, de hacer el ridículo?.
2 comentarios:
Hola Ramón, supongo que el modo zen de fracasar, de hacer el ridículo en la vida, es no machacarse mucho e intentar seguir para adelante sin mirar atrás.
Saludos.
Hola! Pienso que mi profesor no se refería a eso. Creo que hablaba de atreverse a hacer las cosas que quieres, sin miedo al qué dirán, a que no te entiendan o te critiquen, a fracasar o algo así. Encantado de volver a saber de ti. Un saludo.
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