JOSH GEORGE
Cada día que toma el metro, Trukel practica un juego que él mismo ha inventado. Mira a todas las personas que están a su alrededor, empezando por los zapatos y va subiendo muy lentamente hasta llegar a sus caras. Observa que, en cada ser humano, todo sigue una extraña simetría, el calzado, los pantalones o los vestidos, el cinturón, la camisa, los jerseys, las chaquetas, los pendientes, pañuelos y collares, los rasgos del rostro y la forma del pelo.
Cada día que toma el metro, Trukel practica un juego que él mismo ha inventado. Mira a todas las personas que están a su alrededor, empezando por los zapatos y va subiendo muy lentamente hasta llegar a sus caras. Observa que, en cada ser humano, todo sigue una extraña simetría, el calzado, los pantalones o los vestidos, el cinturón, la camisa, los jerseys, las chaquetas, los pendientes, pañuelos y collares, los rasgos del rostro y la forma del pelo.
No se trata de que las prendas combinen o se correspondan estéticamente. Trukel piensa que el ser interior de cada uno se manifiesta de múltiples modos. Son muy pocas las veces en que se sorprende al ver una falta de concordancia entre las ropas, las formas del cuerpo y los rasgos de la cara. En estas raras ocasiones, él mismo se queda perplejo y le parece que está ante un ser distinto, hecho de múltiples jirones, una persona que aúna en su interior a muchas personas diferentes.
Para acabar su juego, Trukel se mira a sí mismo, comenzando por los pies, al igual que hace con los demás. Encuentra también una extraña simetría en todo lo que viste y en lo que es, pero le parece estar mirando a otra persona, a un desconocido del que conoce muy poco, y que en cualquier momento podría levantarse y echar a andar, alejándose de sí mismo.
2 comentarios:
Hola Ramón! No lo había pensado, pero tienes razón, qué simétricos somos....qué aburridos!
Saludos
A.
Hola, Me alegra volver a verte por aquí. Saludos desde Bilbao.
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