domingo, 7 de septiembre de 2008

ULISES


Ulises desvela su futuro con un juego de fichas negras. Lo conoció en Myanmar, durante su único viaje a Asia. El juego pretende explicar, además del porvenir, el pasado y el presente, y poniendo los tres en contacto, desvelar facetas de los seres humanos que ellos mismos desconocen, lo que ocurre a sus espaldas, lejos o cerca de ellos, lo que no pueden ver o escuchar, lo que no han llegado a vivir por desgana o cobardía, las tareas rechazadas, las oportunidades perdidas, las mujeres y los hombres que no han llegado a poseer o que pudieron ser sus maridos y sus esposas, los hijos posibles que no nacieron, sus nombres, sus rostros, sus sueños.

Las fichas se superponen sobre la acera que calienta el sol de junio. Cinco fichas negras representan sus propios pensamientos, otra es una muchacha que sueña con él en ese instante. Dos más son las víctimas a quienes Ulises causó la muerte. Tres se refieren a sus perseguidores armados, que lo buscan sin respiro. Están solamente a unos cientos de pasos, y ya se dibuja en el suelo un rastro de disparos.

Al leer que se encuentran tan cerca, Ulises recoge apresuradamente todas las fichas y escapa corriendo, olvidando solamente una de ellas, precisamente aquella en la que arroja su arma al mar y salva la vida cruzando la frontera y acudiendo a la casa segura de una vieja amiga, ajena a su pasado cruel, de quien se enamora. Era uno de los futuros posibles, que acaba de desechar para sujetar su pistola y dirigirse a la casa de un compañero que vive, escondido como un animal acosado, en los bajos fondos.

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