lunes, 22 de septiembre de 2008

ZAGREB


Zagreb parece una ciudad donde nunca pasa nada. Sin embargo, su historia está llena de revueltas y conquistas, de volteretas en el aire gélido de las guerras, en el juego de ajedrez de la política.

Zagreb es una ciudad aburrida para el turista que, como yo, se queda en la originalidad de las tiendas, en la belleza de las calles o en la animación nocturna. No vemos pasar a nuestro lado a las víctimas de un conflicto reciente, a los niños nacidos de muchachas violadas, a quienes tratan de vivir por encima de sus posibilidades para igualarse con los escasos turistas a los que observan como si fueran seres traslúcidos.
El domingo por la noche, de repente, sin que nadie pareciera saber nada, el Grupo Puja! actúa en la plaza central de Zagreb. Son españoles y argentinos que iluminan la ciudad oscura, sin color, con sus acrobacias a cien metros de altura. Los ciudadanos ausentes y los viajeros despistados, suben y bajan de los viejos tranvías y se detienen a observarlos, descubriendo, tal vez, que la magia puede encontrarse tras cualquier esquina, en el envés de las horas muertas.