lunes, 7 de julio de 2008

EL ROCK ES UN JUGUETE INOFENSIVO


El arte ha sido siempre, a lo largo de la historia, subversivo y transformador. El cine, la literatura, la música que permanecen son aquellos que en cierto modo, buscan la verdad en algo que está más allá de sí mismos, aunque se oculte tras una ficción. El simbolismo, el impresionismo, el surrealismo o el cubismo rompieron esquemas, haciendo avanzar al mundo. Al hablar de subversión no me refiero a la subversión política sino a la subversión de la vida, a la superación de los estrechos límites de la cotidianeidad.

Algo similar ha sucedido con la música. El rock and roll fue en sus inicios un auténtico escándalo. Asociado al hippismo y a las ideas alternativas, se transformó en un peligro para el sistema. Antes surgieron el blues o el jazz y más tarde el punk, el reggae, el rap y muchos otros movimientos cuya pista he perdido o no he encontrado nunca. Todos, de un modo u otro, buscaban esa pequeña o gran subversión de la vida cotidiana, alegre y vital en unos casos, feroz e incluso violenta en otros.

Ayer acudí al Bilbao Live Festival. Muchos de los grupos que actuaban allí tienen un pasado espléndido, asociado al inconformismo y la originalidad y un presente de mansos corderos con ingresos desmesurados. Entre ellos estaban The Police, Tequila, ZZ Top, Madness, The Blues Brothers. En Riders On The Storm, por ejemplo, siguen tocando dos antiguos miembros de los Doors. Pero la antigua energía iconoclasta del grupo ha desaparecido casi por completo. Hoy no son sino un espectáculo amable para nostálgicos. Ya no tratan de romper los límites, de encender fuegos, de atravesar hacia ningún otro lado, de cruzar puertas o de explorar el final que intuía Jim Morrison. Creo que todo eso está casi acabado en el arte, la música y la literatura de hoy en día, salvo algunas excepciones. Todo parece ser pose, imagen, puro merchandising, un ramillete de ideas domesticadas para inconformistas reciclados. Yo soy, sin duda, uno de ellos.

¿Es que el mundo es perfecto y no necesita subversión?. No lo creo, no pienso que vivamos, ni mucho menos, en el mejor de los mundos posibles.

No obstante, sigue habiendo libros, películas, canciones o poemas con los que uno siente haber encontrado algo que estaba buscando, algo difícil de explicar pero que es muy valioso, cree haber obtenido de ellos una brizna de energía que transforma aunque sea tan solo una minúscula parte de su ser. No se trata de ponerse a arrojar cócteles molotov o de romper guitarras eléctricas, sino de atravesar alguna de esas innumerables puertas que aún siguen cerradas. A mí, personalmente, esos son el arte, la música y la literatura que me gustan.

¿O tal vez es todo mucho más sencillo, y el arte deba ser algo que nos permita un momento de intensa emoción, de amistad, de risa o de felicidad?. Esta función, posiblemente, sí la cumple el rock hoy en día. Disfrutar de una tarde alegre en compañía de nuestros compañeros de viaje en esta ciudad, en este país, en este planeta, hacernos bailar y reír, porqué ¿hay algo más subversivo que vivir intensamente cada instante que pasa?.

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