domingo, 27 de julio de 2008

POEMA ENCONTRADO EN LA GUARIDA DE UN JAGUAR


El teléfono concierta un punto de encuentro. Se citan en un huerto de papayas, y allí se abrazan por fin, para huir sin rumbo, perdidos por la selva.

Les sobresaltan los pasos de los indios fugados, el rugido del jaguar, el siseo de los pájaros y las serpientes, las hojas que vibran, el caer del rocío sobre las orquídeas.

No han comido nada en muchos días. Él tiene los ojos hundidos y se tambalea sobre sus pies hinchados por la mordedura del viento.

Cuando por fin llegan al mar, los espera una mujer de color de ceniza, que los acoge en su cabaña de palmas y sopla en sus oídos palabras que son un consuelo para su corazón herido, para su cuerpo enfermo.