viernes, 25 de julio de 2008

MALUSA

Malusa se cree muy hermosa, y como ella lo cree, muchos lo creen a su vez. Tiene un cargo directivo de importancia, y eso hace que su supuesta belleza se acreciente ante los ojos pusilánimes. Pero adentro de sí misma, en el ser profundo de la niña que fue, en el mismo lugar donde crecen las células del pus y se originan las metaplasias, donde el miocardio revolotea como un muchacho azorado ante una cita imprevista, sabe que es sosa y vulgar y también fea, y solo desea que nadie descubra su indignidad oculta.

Malusa fue gorda un día, y aún lo es, aunque todos simulan verla elegante y esbelta. Ella también aparenta creerlo. Sin embargo, obliga a apagar la luz a todos sus amantes cuando llega la hora de desnudarse y evita mirarse al espejo en ángulos contradictorios.

Todos la invitan y la adulan. Todos cuentan con ella para sus cafés, sus complots y sus fiestas, pero solo acude, por pura ideología, a aquellas que organizan sus afines de grado, expertos simuladores en tapar impudicias. Así consigue olvidar, casi del todo, quien es ella de verdad, esa niña dulce y temerosa que vive angustiada en su interior, en un lugar que casi nunca visita.