domingo, 6 de julio de 2008

LA AVENIDA DEL VOLCÁN


Kibray vive en la Avenida del Volcán. Hace menos de un año que llegó hasta allí, por pura casualidad, pero ama ese lugar como si hubiera pertenecido a él toda su vida.

Cada día en la Avenida es una aventura extraordinaria. Las relaciones fluyen entre sus habitantes con una facilidad asombrosa. Llamadas telefónicas, visitas inesperadas, nuevas amistades, miradas, sonrisas, pasiones que sorprenden a quien apenas está de visita o no conoce el lugar.

El volcán es el centro del barrio. Su figura es omnipresente, pues se ve desde cada rincón de la calle. Se diría que es él quien otorga su carácter arrebatado y vivaz a los habitantes de la Avenida. El volcán se encuentra en erupción una buena parte del año. De día solo se observan estiradas columnas de humo, pero de noche, las lenguas de fuego recorren su suave contorno como largas líneas de sangre.

Los vecinos se reúnen cada noche ante él, sentados en sillas que recogen de las habitaciones o acostados sobre el suelo. Nadie se queda en las casas mirando la televisión. Todos acuden a contemplar el volcán, y se quedan allí, ensimismados, realizando comentarios fugaces, escuchando sus pequeñas explosiones y observando la lava que desciende lentamente, iluminando la noche negra y ardiente.

El volcán siempre ha respetado la vida de la Avenida. Sus archivos históricos no recogen ninguna evidencia de evacuaciones apresuradas o de percances provocados por emisiones mortíferas o piedras ígneas. Sin embargo, sí se cuentan historias de montañeros que perecieron por inhalar sus gases o ser atrapados por regueros de lava cuando pretendían alcanzar su cima.

Kibray venera la montaña, pero no pretende ascenderla, dominarla. Le basta con poder verla cada día, en momentos insospechados, cuando trabaja en su computador, cuando acude al mercado, cuando charla animadamente con sus vecinos a la puerta de casa, cuando envía mensajes electrónicos a familiares lejanos o besa apasionadamente a la muchacha que ama, ardiente e impetuosa, hermosa y libre, hija de la avenida y del volcán.

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